ENTORNO FAMILIAS Y EDUCACIÓN

La idea generalizada de que educar es aprender a vivir en sociedad conlleva en sí la certeza de que la educación supone una interacción entre las personas que intervienen enseñando y aprendiendo simultáneamente, en un proceso comunicativo y de relaciones personales que le confieren una dinámica particular. 

La educación en su forma sistemática, planificada, es intencional, pero hay educación aún en el caso que no seamos conscientes de estar enseñando y que sin que exista un propósito o una intención. 

La familia es una de las instituciones básicas que existen en la sociedad y además se puede considerar la más importante en los primeros años de nuestra vida; en ella nos sentimos seguros, nos refugiamos, es el núcleo donde estamos más a gusto y desde  donde  empieza  nuestra  socialización  y  el  aprendizaje  de  nuestro  papel dentro de un grupo, que luego se extenderá llegando al colegio, con los amigos y, así hasta poder relacionarnos con el resto de la sociedad. 
 Es, por tanto, muy importante esta institución, puesto que forma a los individuos desde pequeños, adquiriendo valores y aprendiendo a adaptarnos a nuestra cultura y sociedad. 

Independientemente del casi obligado plural con que debemos referirnos a la institución familiar, es cierto que las definiciones de familia, por más variadas que sean, descansan en la relación interindividual, pero siempre sin perder de vista la idea de que la familia es ante todo un proyecto relacional que no hace referencia necesariamente a lazos de sangre. 

Las familias acompañan la evolución de los niños en el proceso de escolarización, que es la vía excelente para ir penetrando en otros ámbitos sociales diferentes a la familia y apunta a educar a los niños para que puedan ser autónomos, emocionalmente equilibrados y, al mismo tiempo, capaces de establecer vínculos afectivos satisfactorios. 

Podríamos decir que son dos los aspectos fundamentales que marcan a la familia actual: por un lado es el niño quien la define, ya sea por su ausencia o por su presencia y  por otro, la historia de las personas dentro de las familias no es tan lineal como antaño; el ciclo de vida familiar no es tan previsible, y una misma persona puede pasar por muy diferentes etapas de su vida: soltería, pareja, familia mono- parental, familia compuesta, etc. 
La familia es un pilar básico que supone: 

1.   un proyecto vital de existencia en común con un proyecto educativo compartido, y con un fuerte compromiso emocional, 

2.   un escenario de encuentro inter-generacional, 


3. una base de apoyo para las transiciones y las crisis. 


Desde esta perspectiva, la familia aparece como el mejor contexto para acompañar a la persona en su tránsito por los cambios que implica necesariamente la vida. 

La armonía familiar, la comprensión y el apoyo aparecen como dimensiones centrales para la formación de sistemas de valores que se refieren a estados finales de la existencia y a comportamientos deseables. Estos resultados ilustran la relación que  existe  entre  los  valores  característicos  de  cada  sociedad  y  los  valores individuales de sus miembros. La transmisión de valores se da principalmente a través de la familia siendo entonces el clima familiar con todos sus componentes socio- afectivos lo que da sentido a los valores, sin descuidar, como hemos dicho, que hay otros agentes que intervienen en la transmisión de valores: los medios de comunicación social, las instituciones educativas, etc. 

ASÍ PUES, la escuela y la familia, como agentes de socialización, deberán lograr su convergencia, ya que padres y profesores son los responsables de entregar a la sociedad hombres y mujeres responsables, útiles, dotados de valores humanos para aportar beneficios a su propio futuro y al de los demás. 





De Jorge, M.ª E., Ruiz, I., Sánchez, P. (2012). Familia y Educación. Guía práctica para Escuela de Padres y Madres eficaces. Murcia: Región de Murcia. Consejería de Educación, Formación y Empleo.

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